Hace rato fui al supermercado a comprar productos que necesitaba. Después de pagar en caja, no se encontraba por ningún lado uno de esos niños conocidos como cerillos, que envuelven a su abuelita como una momia. La pasta de dientes con las verduras, los alimentos con los solventes, donde esta este tipo? Me preguntaba.
Lo de menos era hacerlo de propia mano. Pero existe un problema el cual los Dioses del Olimpo no me dotaron, que es la facilidad para abrir una bolsa de plástico. Si aunque se rían, no puedo abrirlas. Trate de hacerlo pegando los dedos como si quisiera tronarlos, y nada, le puse saliva, nada, rompí una pequeña parte para que se pudiera despegar, y tampoco pude. La cajera no podía ayudarme porque se encontraba cobrando a los clientes que estaban formados junto conmigo.
No es la primera vez que me sucede, posiblemente se deba a la falta de manicure o maña. Por lo que sea pero en ese momento reflexione que lo mejor son las bolsas de papel, contaminan menos y son rápidas de abrir. La mayoría de los norteamericanos no pueden estar equivocados. No puedo abrir esas malditas bolsas cuando están nuevas y pegadas.
Ante la situación opte por meter los productos sueltos en el carrito con dos bolsas sin despegar. Llegué al vehículo y coloque los productos en el mismo. Las bolsas? Las deje, para que las quiero si no puedo abrirlas.
Puros pretextos…mi torpeza ante un derivado del petróleo.
Ya dije…la próxima me llevo un morral…y sigo sin poder abrirlas.
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Que no le de pena!!