Starlettes

Me expulsaron del mundo.
Por haber cometido el acto, a los ojos del pueblo inmundo,
De preferir el Amor, el Amor adolescente,
A las Venus gotosas que infectan la calle.
(Hugo)

¿Que es una Starlette? (Wikipedia)

La starlette es tan necesaria en el cine como la estrella. Y quizá mucho más. En general, no hay más que una estrella por película, pero en cambio toman parte varias starlettes.

Aquellas que ruedan y que se conservan para el montaje del fin, aquellas cuyo film se corta antes de revelar el negativo y las que llegan al estudio y no ruedan, y las que, en número imponente, darían diez años de su vida para llegar allí. Las starlettes que impone el productor, “contratadas por su talento” por el director, “recomendadas” por un periodista, o introducidas en el decorado por el administrador o el director de producción.

¿Cómo se llega a starlette?

Porque no se nace starlette. Para una hija de estrella, no es problema y, si se tiene talento, o si se se quiere tenerlo, se asiste de ordinario al curso del Conservatorio. Pero la starlette no se matricula casi nunca en tales centros.

La starlette es un personajillo impreciso, llegado de Borgoña, de Marsella o de Bretaña que, para conseguir el éxito, ha de plegarse a ciertas reglas y a determinado ritmo de vida.

La starlette ha de tener sus exigencias, pero también debe hacer concesiones. Si se queda parada demasiado tiempo ante los estudios, dirá que el “cine es innoble, que hay que acostarse con todo el mundo para llegar a triunfar”. Esto suelen decir ellas cuando, efectivamente, se acuestan con todo el mundo sin conseguir nada.

No todo está en acostarse, aunque pueda ayudar algo.

Hay que acostarse con talento, porque lo que ocurre en el lecho podría también ocurrir en la pantalla.

Pero las starlettes, cuando se acuestan, muchas veces por desgracia, lo hacen con la ausencia de una taquillera del metro cuando da el billete.

La profesión, en sus comienzos, no da mucho que comer. Es verdad que hay cocktails, almuerzos con compañeros, cenas con admiradores y también peluqueros publicitarios y regalos de algunos modistos menos conocidos.

Pero esto no basta. La starlette, si la suerte no le sonríe pronto, tiene que vivir de sus encantos en una forma u otra.

Sin embargo, hay algunas admirables excepciones, algunas santas, algunas “jóvenes artistas serias”, algunas verdaderas “enamoradas”, pero éstas ya no son starlettes.

Estas son las que fracasan y abandonan la profesión.

Del Libro: DM