miércoles, 15 de abril de 2009

Abordaje

Soy simpático, jugueteo, bromeo, mariposeo, revoloteo de una a otra y las divierto a todas.
(Boissy)


Las grandes aventuras raramente comienzan por presentaciones en recepciones. La mujer que podría ser la de tu vida, la verás pasar muchas veces por la calle, lejana y desconocida.

El abordaje, en todas sus formas, sigue siendo la primera de las cortesías y de las necesidades. Sin embargo, existen ciudades en las que no se puede practicar sin peligro: Nueva York, Madrid, Roma y alguna otra capital puritana.

El abordaje se practica con facilidad en el Norte de Europa, en Inglaterra, Alemania, Bélgica, Suiza y Escandinavia.

En París, la competencia es demasiado fuerte. Una francesa no se deja abordar. Le parecerá no hallarse en forma si contestara a proposiciones, que no dejan de divertirla.

La mujer es solamente sensible a lo desacostumbrado. Busca la estabilidad y la seguridad, pero únicamente reacciona de manera inmediata ante lo fantástico.

Hay que presentarse “ex abrupto”, a un ritmo desconocido, hablar sin asustar, causar admiración pero sin extrañar demasiado, tropezar pero sin espantar. Nunca hay que acabar este primer contacto con “¿cuando te volveré a ver?”. Al llegar la despedida, hay que haber logrado saber, con toda perspicacia, dónde vive y dónde trabaja. Nunca se les debe dejar la iniciativa de una primera cita.

No hay aventura tan apasionante como seguir a una desconocida en una ciudad desconocida.

En Argel, una noche de octubre de 1958, una mujer muy hermosa, vestida con un traje-sastre morado, se paseaba por la calle de Isly. De escaparate en escaparate, llegó a un bar a eso de las siete de la tarde. Pidió un bocadillo y un vaso de leche y se volvió a marchar. No estaba todavía acostumbrada a la ciudad, anduvo otro poco y se quedó perpleja ante las callejuelas y las escaleras que bajaban al puerto y al casino de Aletti; luego entró en un hotel de dos estrellas de la plaza del Gobierno. Nuestro amigo, que la venía siguiendo, la vio coger del casillero de la portería la llave de la habitación no. 15

El hombre volvió sobre sus pasos al casino Aletti y desde allí llamó al hotel preguntando por la habitación 15. La mujer acababa de terminar su bocadillo y se había tumbado sobre la cama. Y aceptó la charla de buen grado. Nuestro amigo le propuso ir aquella misma noche a una emisión de variedades en los estudios de la televisión de Argel, en la Delegación General. Pasó a buscarla. No quedó decepcionada por la cara de aquel desconocido que había visto un momento en el bar y luego en el reflejo de un escaparate de paraguas.

Era simpático. Y se divirtieron. La mujer parecía procedente del interior…

--No--, le dijo ella, --vengo de Philippeville. Mi marido es capitán del Regimiento no. 10.

Las mujeres de los militares se aburren más que las otras. La noche acabó la mar de bien. Hacia las tres de la madrugada, nuestro amigo estaba enterado de todo lo de ella y, muy particularmente, de que el primer ayudante de su marido era su amante. Sólo una cosa podía decir de él: “Es un chico atrevido”… Lo único que, por lo demás, parecía tener importancia en aquella triste noche en un Argel hostil.

Relato todo esto únicamente para hacer notar que el abordaje hay que tratarlo con un capítulo de novela policíaca. La heroína debe ignorar el mayor tiempo posible las intenciones y el nombre del asesino.

Del libro: DM

5 comentarios:

  1. Ahhhhhhhhhh! Que buen post mi Varo. Debo confesar que soy aficionado al arte del abordaje callejero y más si la fémina en mira lleva unos deliciosos pantalones blancos.

    Pero que decir de las gueras hipiosas del centro? Ahhhh! Si alguien quiere poner esto en práctica, váyase al centro histórico y aborde sin miedo, no se arrepentirá.

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  2. ja,ja,ja,ja... pues ahora, en Madrid, ya solamente te dejan abordarlas si vas vestido de adinerado... lo primero que te preguntan (antes incluso de tu nombre) es si trabajas, donde trabajas, si tienes casa propia... Aqui esto ya es lo de "por el interés te quiero Andrés"... Saludos.

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  3. Buen post brother, escrito como todo un artista del ligue.

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  4. Pues he de decir que lo único que tengo de ligador son un par de gomas para amarrar papeles. Pero en el libro del diccionario de las mujeres me llama la atención que poco han cambiado las cosas a pesar de las epocas.

    Saludos

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  5. a mi siempre me salio mal el abordaje, pero en fin... ahora las mujeres vienen diferentes, son ellas las que te abordan.

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Que no le de pena!!

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