Desvestir

Con destreza de camarera y vivacidad de hombre que tiene prisa, desabrochaba, desataba, desnudaba y desenlazaba sin parar.
(Maupassant)

Una mujer no se desabrocha ella misma sino cuando ya ha capitulado.

Las reglas de la estrategia obligan al hombre a usar de sus dedos.

El camino más corriente empieza por la blusa, pasa por el sostén y luego desciende por la pendiente.

De ordinario, es un buen método si la pareja es de buen conformar.

Por el contrario, si demuestra poco ardor, nuestro consejo es no retrasarse en los preliminares. Hay que ir enseguida al grano.

Y si entonces se hiciera gala de una gran resistencia, hay que volver al punto de partida, pero la situación ya no es tan fácil.

Una chica que deja caer una manga de su blusa o de su vestido, difícilmente podrá detenerse. Aunque en esta materia no se puede asegurar nada ni tampoco modificar la política después de algún fracaso.

Nuestro consejo es, una vez vencida esta primera fase, hacer saltar las ligas (con los dedos).

En un terreno ya muy sensible y, sin embargo, no muy ardiente, pero el abandono de una media deja siempre a la mujer en cierto estado, si es que no se encuentra ya completamente vencida.

Del Libro: Diccionario de las mujeres