Finalmente, descubro dos vírgenes o, mejor dicho, dos muchachas de cincuenta años.
(Lesage)
No hay nada tan respetable como la virtud de una joven. Y nada tan despreciable como forzar a unas pobrecitas, de las que aún quedan todavía.
Pero la mujer que sale sola ya está bastante madura para hacerse respetar.
Por otra parte, no es hombre sino criminal, quien no sepa detenerse ante una angustia o unas lágrimas. Apenas si tiene mérito, pues ocurre muy pocas veces.
Asimismo hemos de decir que las virgencitas tienen menos que temer de nuestros viejos sables que de las locas espadas de colegiales excitados que se divierten en las fiestecitas.
Del Libro: DM
Reflexionando el lado gracioso de las cosas serias y, el lado serio de las cosas graciosas.
martes, 6 de octubre de 2009
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Este tema siempre es de discusion...esta muy bien como lo planteas...me gustaria que hubiese mas personas consientes como tu...! Pasate por mi blog un dia de estos.☺
ResponderEliminarHasta entonces.